Hace dos días no estás conmigo... estoy triste pero la tranquilidad me acompaña porque sé que era lo correcto que era mejor sentir esta tristeza que tenerte allí sufriendo, sé que esta como muchas más decisiones en mi vida, al final, fue producto del amor. Aún te veo en esa mesita de la veterinaria en donde tu corazoncito dejó de latir y con él mi lucesita interna perdió una parte de su luminosidad. Hoy miro a la ventana y veo a la gente con sus perritos y te extraño, te extraño más de lo que puedo decir, las mañanas no son lo mismo porque simplemente ya no hay una motivación para salir corriendo de la cama a pasear.
En las noches te busco en el cielo porque sé que alguna de esas estrellas brillantes que he visto en las últimas dos noches, por cierto laaaaaaaargas sin tí, eres tú diciéndome ¡estoy bien!. La luna también me ha obsequiado un poco de su belleza para recordarme los instantes maravillosos que pasé contigo. Anastasia y Evita también te extrañan, pasan los días y aunque cada día te buscan menos por ahí siguen tratando de comprender en donde está ese peludo con el que jugaban en las noches... sé que como yo terminarán por acostumbrarse, porque en las noches cada vez que me despierto mi conciencia me juega malas pasadas y también te busco a mi lado para tomar tu patita y saber que estás ahí y luego ser conciente de que eso nunca más volverá a pasar.
Ayer cuando caminaba bajo el sol maravilloso de Bogotá por estos días (excepto hoy), en las nubes te ví y pude imaginarte corriendo por ahí, en el cielo de los perritos con tus amigos porque siempre te gustó hacer amigos... y sonreí. Sonrío aunque tengo el corazón arrugado porque es el mejor homenaje que puedo hacerle a la felicidad que me diste perrito... sigue ahí en el cielo para que yo pueda seguir sintiendo que simplemente cambiaste de forma pero por ahí estás, mis orejitas, mi sol y mi cielo ¿recuerdas?.
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